Cuando empecé a hacer jabones me sorprendió ver la cantidad de sustancias que son saponificables, algunas muy conocidas como la manteca de cerdo, la cual había relacionado siempre con la cocina; otras que no imaginaba que saponificaran como la cera de abeja con sus múltiples propiedades cosméticas, o el aceite de ricino que tan sólo conocía por sus propiedades terapéuticas.
En la elaboración de todo jabón es fundamental conocer cuál es el porcentaje máximo, del total de grasas de un jabón, que podemos incluir de cada uno de los aceites o mantecas que deseemos incorporar en la receta.
A continuación os detallo los
porcentajes máximos y las propiedades que aportan al jabón los aceites y
mantecas que uso con más frecuencia.
Aceite de Oliva .
Es el rey absoluto de los jabones de aceite. Podemos incluir hasta un 100% de este aceite en
nuestro jabón. A mi personalmente son los jabones que más me gustan.
Humectante, emoliente y nutritivo. Tonifica y nutre la piel en profundidad y restaura
los niveles de humedad de la misma. Es ideal para pieles secas, deshidratadas e
incluso descamadas. Aporta suavidad y deja una piel aterciopelada al tacto. Restaura
y tonifica la epidermis y le da firmeza. Su uso tópico consigue una piel firme,
tersa y flexible.
Al ser rico en vitamina E es antioxidante,
regenera, repara y suaviza las arrugas. Es un aceite suave y protector, adecuado para las pieles más sensibles y delicadas, incluso la de los bebés.
Protege de la piel contra agentes ambientales
externos como el frío y el viento.
Aceite de Coco.
Se recomienda no usar más de un 20% del total de grasas empleadas en la fórmula del jabón. Produce jabones que no enrancian, duros y muy blancos. Con una buena espuma de burbujas grandes y gran poder de limpieza.
Se recomienda no usar más de un 20% del total de grasas empleadas en la fórmula del jabón. Produce jabones que no enrancian, duros y muy blancos. Con una buena espuma de burbujas grandes y gran poder de limpieza.
Es un aceite lubricante y de fácil absorción, deja la piel suave y sedosa sin engrasarla. Penetra en las capas más profundas fortaleciendo los tejidos. Limpia la piel en profundidad. Es emoliente y exfoliante, proporciona un aspecto juvenil a la piel al eliminar la capa externa de células muertas, volviendo la piel más tersa y suave.
Muy recomendado para calmar pieles irritadas e inflamadas. Aunque como he dicho antes no se puede incluir más de un 20% de este aceite en la receta.
Aceite de Rosa Mosqueta.Se extrae de la semilla de una planta silvestre. Este aceite contiene altos niveles de ácidos grasos esenciales la cual le confiere un poder de regeneración de los tejidos de la piel y el crecimiento celular. Podemos considerarlo casi medicinal ya que se recomienda para procesos de regeneración y cicatrización, reduciendo las marcas de la piel y retrasando los signos de envejecimiento prematuro de la piel. Aclara y reduce las manchas oscuras producidas por un exceso de sol. No se aconseja en pieles grasas.
Aceite de Almendras Dulces.
Si incorporamos aceite de almendras en nuestra receta obtendremos jabones de espuma
cremosa, compacta y persistente. Subirá el acondicionado, bajará la dureza y aumentará el yodo.
Se puede usar como aceite base o en la traza como sobreengrasado. Normalmente lo uso en la traza.
Se puede usar como aceite base o en la traza como sobreengrasado. Normalmente lo uso en la traza.
Aceite de Ricino.
Procede de las semillas de la planta de ricino. Se utiliza como aceite base. Entre un 5% y un 10 % del total de grasas del jabón. Aporta estabilidad a la espuma. Las cualidades del aceite de ricino nos darán como resultado unos jabones hidratantes y emolientes con propiedades antiarrugas.
Manteca de Karité.
Aceite de Soja.
Se extrae de la semilla de la soja y tiene una alta proporción
de ácido linoleico y oleico por lo que aporta suavidad al jabón y ayuda a crear
una espuma estable, combinado con el aceite de coco se obtiene una espuma
ligera. Contiene entre un 0.5 y un 1.5% de insaponificables.
Podemos incluir hasta un 50% del
total de los aceites en nuestro jabón.
Aceite de Girasol.
Máximo incluiremos un 20% del total de grasas. Se extrae de las semillas de girasol. Contiene vitamina E y antioxidantes naturales. En los jabones, en pequeña proporción, es beneficioso puesto que contiene vitaminas A, B, D y E. Tiene efecto calmante sobre la piel, es adecuado para las pieles secas y agrietadas, aporta juventud y brillo. A pesar de ello hay muchos expertos que no recomiendan su uso en la elaboración de jabones por su facilidad de enranciamiento.
Aceite de Palma.
Máximo un 20% del total de
grasas. Se obtiene de la pulpa del fruto de las palmeras aceiteras. El aceite que se extrae es de color anaranjado. Aporta dureza y suavidad al jabón.
Aceite de Palmiste (Hueso de
palma).
Tiene características casi idénticas a las del aceite de coco, pero resulta un poco más suave y se puede usar en mayor cantidad, hasta un 30% del total de grasas del jabón. Es un aceite bastante duro, pero no tanto como la manteca de cacao.
Tiene características casi idénticas a las del aceite de coco, pero resulta un poco más suave y se puede usar en mayor cantidad, hasta un 30% del total de grasas del jabón. Es un aceite bastante duro, pero no tanto como la manteca de cacao.
Cera de
Abeja.
Podemos incluir hasta un 12% del total
de grasas del jabón. Aporta dureza a la pastilla de jabón. Tiene propiedades emolientes, cicatrizantes y antiinflamatorias. Suaviza la piel.
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