La leche de avena se elabora básicamente con avena y agua. Una vez finalizado el proceso de elaboración puedes añadirle miel, una pizca de sal, canela, vainilla, azúcar o el edulcorante que prefieras.
- 1 vaso de avena.
- Agua mineral.
Empezaremos introduciendo los copos de avena en un recipiente que vamos a llenar con agua y dejaremos en remojo entre 10 y 12 horas.
Pasado éste tiempo colaremos los copos de avena y los enjuagaremos para quitar las posibles impurezas que se han quedado en el agua después de estar tantas horas en remojo.
Una vez bien escurrida la avena la introducimos en la batidora y le añadimos unos 900 ml de agua. En realidad la cantidad de agua es orientativa ya que dependerá mucho de si te gusta más o menos espesa. A más agua, más líquido será el resultado.
Batiremos la mezcla a una velocidad baja, aumentando gradualmente, durante unos 10 segundos.
Una vez batido lo pasamos por un colador, filtrando todo el líquido y apretando con una cuchara para conseguir la mayor cantidad de leche posible. Éste proceso se puede repetir varias veces.
Colamos y ya tenemos nuestra leche a la que le podemos añadir una pizca de sal, canela y miel o bien azúcar o cualquier otro edulcorante de tu agrado. Batimos y reservamos en la nevera un máximo de 3 o 4 días.
Recuerda remover bien antes de consumirla ya que la leche de avena casera, al no tener emulsionantes añadidos se separa, cosa que no ocurre con la que venden en supermercados. No te asustes cuando veas que los ingredientes más pesados se concentran en el fondo del recipiente... Es totalmente normal.
Los restos sólidos de la avena triturada y colada podemos aprovecharlos para incorporar en un smoothie, preparar galletas, bizcochos, mezclar en yogur... ¡imaginación al poder!.
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